VI
Al tiempo que aquella dama servía para disimular el gran amor mío, sentí vehementes deseos de recordar el nombre de mi gentilísima señora, acompañándolo después de muchos nombres de mujeres más bellas de la ciudad- patria, por voluntad del Altísimo, de la mía-, compuse una epístola en forma de serventesio, que no transcribiré, y que ni tan solo hubiera mencionado sin no fuese para decir lo que, componiéndola, sucedió, por maravilla, o sea que no pude colocar el nombre de mi amada sino en el lugar de noveno entre las demás mujeres.
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