No niego que muero por la antomía de tus besos: lentos, sabrosos, mimosos, primorosos, saltarines.
No es que sepan a nada especial (bueno, sí, a helado de chocolate), pero tienen tu sabor, calidez, ternura, y diría que hasta un pequeño punto de locura.
Son tus besos, leñe! Y eso es lo que tienen de mágicos, que son dados con tu boca, la que esta en tu cara, en la parte delantera de tu cabeza, encima de tus hombros.
Tus besos son tú. Quieras o no.
¡Voy al super a comprar helado de chocolate!
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