Peso poco en tu vida, casi nada,
como un leve rumor, como una brisa,
como un sorbo de fresca limonada,
bebido sin calor y a toda prisa.
No adelanto el compás de tu pisada
ni distraigo la salve de tu misa,
y en tu frente de nardo desvelada
no llego ni a recuerdo ni a sonrisa.
En cambio tú lo eres todo: mi locura,
mi monte, mi canción, mi mar templado,
el pulso de mi sangre, la llanura
donde duermo sin sueño ni pecado,
y el andamio en que apoyo con ternura
este amor que nació ya fracasado.