Son mil veces al día las que me acuerdo de ti.
Pero también son mil las veces que me recuerdo a mi mismo que te tengo que olvidar.
Aunque me da pena recordarme esto último sin que te despidas de mi.
La verdad sea dicha, debería estar acostumbrado a que sea así. Siempre es así.
Es verdad, te echo de menos, tanto como (creo que) tu a mi. O por lo menos es con lo que me auto engaño a diario al saber que me visitas. Me extraña sentirte tan lejos teniéndote tan cerca. Así como extraña que taches los recuerdos que tengas de mi con facilidad, que me hayas anulado. Que no quieras volver a besarme (o, por lo menos en mi caso, quiero volver a tomar el chocolate de tus labios).
Tal como dice la canción, esto es un juego que tengo perdido.
No quiero que leas esto como un reproche, para nada. Tan sólo, que como no puedo decírtelo a ti directamente (por las consecuencias que acarrearía -como ves yo también sé usar las palabras del otro-), lo escribo aquí que sé que algún día lo leerás.
Lo dicho. Son mil veces al día las que me acuerdo de ti. Mil, tal vez sean pocas, pues realmente tu recuerdo es perpetuo en mi cabeza...
No te mando besos... esos, como ya te he dicho, quiero dártelos yo.